Dos
millones de este preocupante total son sordos, lo que significa que el
6% de la población europea padece esta afección.
A la vista del ritmo creciente de los problemas auditivos en la última
década la Comisión ha desarrollado diferentes proyectos
de investigación en este ámbito. Así se han podido
identificar diferentes genes que una vez se deterioran son generadores
de sordera hereditaria; también se ha podido comprobar que en
el 50% de los casos este tipo de problemas tiene un origen genético.
La Comisión Europea ha invertido más de diez millones
de euros en el estudio específico de este tipo de patologías
a lo largo de los últimos siete años. Pero además,
los costes financieros destinados a este colectivo ascienden a 78.000
millones de euros al año, lo que supone un coste medio anual
de 3.500 euros por paciente entre enseñanza especializada, terapia
del lenguaje, prótesis auditivas y honorarios médicos.
Y no solo eso, sino que tienden a aumentar a consecuencia de las condiciones
sonoras y de envejecimiento que son propias del mundo occidental actual
y que favorecen la aparición y desarrollo de las enfermedades
auditivas.
Tan astronómicas cifras superan notablemente a los presupuestos
destinados a otras enfermedades crónicas tales como el Parkinson,
la epilepsia, o la esclerosis de placas entre otras. Y es que la pérdida
auditiva es hoy por hoy la tercera causa de incapacidad crónica
por detrás de la artritis y la hipertensión.