Las investigaciones que han analizado las ventajas de la educación
bilingüe, señalan que las personas bilingües desarrollan
un conocimiento más sofisticado de las funciones generales del
lenguaje, demuestran un mejor rendimiento en tareas psicolingüísticas,
mayor conocimiento respecto de la naturaleza arbitraria de las formas
lingüísticas y sus referentes en el mundo real. Los sujetos
bilingües poseen una mayor habilidad cognitiva para analizar las
características conceptuales subyacentes en el procesamiento
de la información.
El bilingüismo es un fenómeno complejo y suscita variados
intereses. Dicha complejidad ha dado lugar a numerosas definiciones
que tratan de especificar, usando distintos criterios, qué significa
ser bilingüe. De una forma simple, es posible definir el bilingüismo
como la eficacia en dos lenguajes. Por ejemplo: una persona puede ser
competente en dos lenguajes orales, en dos lenguajes signados o en un
lenguaje oral y un lenguaje de signos. No obstante, el bilingüismo
no es un fenómeno de todo o nada; involucra grados de eficiencia
respecto al desempeño en cada uno de los lenguajes.
Jim Cummins (1984) se refiere a estos grados o niveles de competencia
y señala que existen tres clases de bilingüismo. El primero
se refiere a un bilingüismo limitado, donde existe una competencia
pobre en ambas lenguas. El segundo se refiere a un bilingüismo
desequilibrado, donde el niño muestra una competencia adecuada
para su edad en una lengua, pero no en la otra. Y por último,
un bilingüismo equilibrado, donde ambas lenguas muestran un desarrollo
apropiado a la edad del sujeto.
Los defensores de la educación bilingüe aseguran que las
capacidades de lectura y escritura adquiridas inicialmente en la primera
lengua (en adelante, L1), suponen un cimiento sobre el cual construir
un fuerte desarrollo de la segunda lengua (en adelante, L2). En este
sentido, Cummins (2001) explica que durante muchas generaciones
los estudiantes bilingües fueron castigados por cualquier uso de
su L1 en el contexto escolar y discriminados en prácticamente
todas las áreas de la educación. El autor propone que
el reconocimiento o institucionalización de la lengua y la cultura
de los niños de minorías bilingües en las escuelas,
es un requisito previo para revertir el legado de relaciones de poder
coactivas. Afirma que en el caso de los estudiantes bilingües,
la promoción del orgullo por la lengua y la cultura del estudiante,
a través de programas bilingües, es un componente integrante
de una filosofía más amplia de educación multicultural.
Del mismo modo indica que cuando los profesores manifiestan respeto
por la lengua y los conocimientos culturales de los estudiantes, se
reafirma su identidad y se promueven sus logros académicos.
Las investigaciones que han analizado las ventajas de la educación
bilingüe, señalan que las personas bilingües desarrollan
un conocimiento más sofisticado de las funciones generales del
lenguaje, demuestran un mejor rendimiento en tareas psicolingüísticas,
mayor conocimiento respecto de la naturaleza arbitraria de las formas
lingüísticas y sus referentes en el mundo real. Los sujetos
bilingües poseen una mayor habilidad cognitiva para analizar las
características conceptuales subyacentes en el procesamiento
de la información. Igualmente, se ha observado que la exposición
temprana al lenguaje de signos, es una situación potencialmente
útil para que los niños sordos lleguen a ser competentes
en el conocimiento metalingüístico de la L2. Al respecto,
Petitto, et al. (2001), realizaron una investigación que
pretendía indagar en los mecanismos de adquisición del
bilingüismo en bebés sordos y oyentes. Las conclusiones
del estudio señalan que las primeras palabras, la combinación
de dos palabras y las primeras 50 palabras surgen en los bebés
bilingües sordos y oyentes aproximadamente a la misma edad y coinciden
con las de los bebés monolingües. Esto demuestra que la
exposición simultánea a dos lenguas (independientemente
de su modalidad), no afecta la adquisición de las lenguas. En
definitiva, la educación bilingüe proporciona grandes ventajas
en la instrucción de la población sorda y entre ellas
la más relevante es, sin lugar a dudas, la adquisición
de habilidades metalingüísticas en dos lenguas, que resulta
fundamental a la hora de apreciar los contrastes lingüísticos
y desarrollar mayor conciencia de las diferencias entre lenguaje oral
y lenguaje signado.
Actualmente una de las principales teorías en la educación
bilingüe es la "Teoría de la Interdependencia Lingüística",
desarrollada por Cummins (1984, 1989, 2001). El autor sostiene que la
competencia en una L2 está en función de las habilidades
desarrolladas en la L1, ya que una habilidad cognitiva subyace a la
destreza en ambos lenguajes. Este concepto se refiere a que los aspectos
relativos a la lectoescritura de una competencia bilingüe en L1
y L2, son comunes o interdependientes a través del lenguaje.
La implicación primaria de este concepto es que la experiencia
con cada uno de los lenguajes, en la familia, en la escuela o en la
comunidad, llevará a incrementar las competencias subyacentes
en ambos lenguajes. Según el autor, existe una relación
entre las lenguas "habladas" por un bilingüe, incluso
tratándose de lenguas de distintas tipologías, cuyos sistemas
de escritura son totalmente distintos.
La hipótesis de interdependencia sugiere que existe una competencia
subyacente común a todas las lenguas, que posibilita la transferencia
de ciertas habilidades cognitivas entre distintos idiomas. La alfabetización
es un caso claro de esta transferencia, ya que las estrategias cognitivas
relacionadas con la lectura y la escritura son, en esencia, las mismas
para todas las lenguas. La mayor o menor dificultad en la transferencia
de estrategias adquiridas de una lengua a otra, dependerá del
grado de exposición e instrucción en ambas lenguas.
Por otra parte, Cummins (1984) plantea la necesidad de distinguir entre
habilidad comunicativa y habilidad académica. Indica que la habilidad
comunicativa es la habilidad para usar el lenguaje en propósitos
de la vida cotidiana, mientras la habilidad académica se refiere
a la habilidad para adaptarse al lenguaje de los discursos empleados
en las aulas y en los textos escolares. El autor expone que un bilingüismo
equilibrado requiere que las habilidades comunicativas y académicas
se desarrollen al mismo nivel en ambas lenguas y para ello es fundamental
no dejar de estimular ninguna de ellas en detrimento de la otra. En
el caso del bilingüismo con estudiantes sordos que emplean la lengua
de signos, es necesario incentivar las competencias comunicativas y
académicas en ambas lenguas, puesto que muchas veces se deja
de lado la lengua de signos por priorizar la lengua oral.
Aunque las lenguas de signos no poseen una forma escrita, esto no implica
que los sordos que las han adquirido como L1 no posean habilidades lectoras
derivadas de ella. Los niños sordos de padres sordos conocen
una serie de estrategias de interpretación de textos escritos
que les han sido transmitidas por sus padres. Signar cuentos, usar la
dactilología para conocer palabras que no tienen signos, usar
signos que incluyen la dactilología de la primera letra con la
cual se escribe una palabra, buscar las relaciones entre lenguaje de
signos y lenguaje escrito, etc., son actividades que se realizan de
forma natural en las familias de sordos con hijos sordos. Como consecuencia,
cuando estos niños se enfrentan al aprendizaje de la lengua oral
escrita poseen un cúmulo de experiencias con los textos escritos,
que les permite relacionar las experiencias lingüísticas
recibidas en ambos lenguajes.
Junto a la teoría de la interdependencia lingüística,
Chamberlain y Mayberry (2000) proponen una concepción del proceso
de lectura que provea una base para llevar a cabo un modelo de lectura
para los signantes sordos. Este modelo es la "Visión Simple
de la Lectura", formulada por Hoover y Gough (1990). El principio
básico de este modelo es que la comprensión lectora se
realiza básicamente a través de dos componentes; comprensión
lingüística y codificación. Se define comprensión
lingüística como la habilidad para obtener información
lexical y deducir la interpretación de oraciones y discursos.
Asimismo, se entiende por codificación la habilidad para deducir
rápidamente una representación desde el input impreso,
que permite acceder al léxico mental, y de este modo, recuperar
la información semántica de la palabra. La codificación
y la comprensión lingüística acarrean importantes
implicaciones para la instrucción lectora y la definición
de lectoescritura. La consecuencia más importante para la enseñanza
de la lectura es que la comprensión lectora no mejora con la
instrucción en una sola área, la enseñanza es necesaria
en ambos componentes para mejorar la comprensión lectora. Es
decir, comprensión lectora implica habilidades para codificar,
decodificar y recodificar, así como habilidades para comprender
lingüísticamente el discurso.
Chamberlain y Mayberry (2000), plantean que la visión simple
es un modelo de lectura que permite explicar con mayor pertinencia el
desarrollo de la lectura en los niños sordos, debido al importante
papel otorgado a la comprensión lingüística en la
comprensión lectora. Se ha observado que las habilidades comunicativas
en lenguaje de signos de los estudiantes sordos, correlacionan positivamente
con la comprensión lectora. Esto quiere decir que, a medida que
aumentan las habilidades en lenguaje de signos, aumenta la comprensión
lectora. Asimismo, se ha constatado que la adquisición temprana
del lenguaje de signos, correlaciona positivamente con la comprensión
lectora. Es decir, una mejor comprensión de la estructura narrativa
del lenguaje de signos, mejora el rendimiento lector de los estudiantes
sordos. Por ello resulta fundamental incorporar en la educación
bilingüe de las personas sordas el aprendizaje específico
de las formas lingüísticas propias de la lengua de signos,
así como la evaluación del discurso signado, del relato
y de la comunicación interpersonal en lenguaje de signos.
El segundo componente del modelo de lectura planteado se refiere a la
codificación. Hoover y Gough definen la codificación como
la habilidad para ver una palabra impresa, acceder rápidamente
al léxico mental y recuperar el significado apropiado. Para los
lectores oyentes novatos, el conocimiento sobre la codificación
proviene, generalmente, de su acceso al léxico mental a través
de la representación fonológica de la palabra impresa.
Los lectores oyentes y algunos lectores sordos acceden al léxico
interno a partir de códigos fonológicos. Sin embargo,
la mayoría de los signantes sordos acceden al léxico mental
a partir de códigos signados, dactilografiados, ortográficos
y visuales (Herrera, 2003). Es probable que el léxico mental
de estos estudiantes esté compuesto de signos. Por extensión
lógica sus representaciones mentales deben estar sustentadas
en signos y formas visuales, al menos en el estado inicial de la lectura.
Debido a que el papel de las habilidades de codificación en la
lectura cambian, según se incrementan las habilidades del lector,
el proceso de codificación de las representaciones mentales en
los sordos puede sufrir cambios sustanciales al incrementar la habilidad
lectora. En consecuencia, es probable que distintos códigos cobren
variada relevancia, según van aumentando las competencias en
lectura, lo cual resulta coherente con la posibilidad de múltiples
códigos de representación en los sujetos sordos. Por otra
parte, los códigos múltiples pueden cambiar en función
de la importancia que se le asigne al desarrollo de la lectura, a través
del incremento y consolidación del conocimiento lingüístico.
En otras palabras, múltiples códigos pueden ser requeridos
por los niños sordos para aprender a leer, debido a las múltiples
y complejas relaciones entre lenguaje signado y lenguaje oral.
En conclusión, el bilingüismo en la educación de
los sordos implica desarrollar al máximo dos lenguas de modalidad
distinta. El lenguaje de signos proporciona una base semántica
esencial para comprender y conocer el mundo, para pensar, valorar y
reflexionar. En definitiva, provee las herramientas cognitivas y lingüísticas
básicas para la construcción del aprendizaje. Asimismo,
el lenguaje oral provee un código de representación lingüístico
que permite comprender el código oral de la mayoría oyente.
Es un medio de integración social y genera la posibilidad del
autoaprendizaje en todas las etapas de la vida. Una propuesta educativa
precisa y sistemática, sustentada en aspectos teóricos
e implementada de forma práctica, resulta imprescindible para
poder llegar a un bilingüismo equilibrado.
Valeria Herrera F.
Valeria Herrera es Licenciada en Educación. Educadora Diferencial
especialista en Trastornos de Audición y Lenguaje de la Universidad
Metropolitana de Ciencias de la Educación (Chile). Doctora en
Psicología. Universidad Complutense de Madrid (España).
E-mail: valeria2hf@yahoo.com
Bibliografía:
- Chamberlain, Ch & Mayberry, R. (2000): Theorizing about the relations
betwen American Sign Language and reading . En C. Chamberlain, J.P.
Morford & R. Mayberry (Eds): Acquisition of Language by Eyes. London.
LEA.
- Cummins, J. (1984): Bilinguism and Special Education: Issues in assessment
and pedagogy. San Diego. College-Hill Press.
- Cummins, J. (1989): A theoretical framework for bilingual special
education. Exceptional Children, 56 (2), 111- 119.
- Cummins, J. (2001): ¿Qué sabemos la de educación
bilingüe? Perspectivas psicolingüistas y sociológicas.
Revista de Educación.
- Elorza, I. (2000): Iniciación al aprendizaje de la lectoescritura
en contextos plurilingües. World Associaton of Early Childhood
Educators: World Conference on Reading & Writing. Valencia.
- Herrera, V. (2003): Desarrollo de habilidades lectoras en sujetos
sordos signantes, a partir del uso de códigos dactílicos.
Tesis Doctoral. Universidad Complutense de Madrid. España.
- Hoover, W. A., & Gough, P. B. (1990): The simple view of reading.
Reading and Writing: An Interdisciplinary Journal 2.
- Petitto, L., Katerelos, M., Levy, B., Gauna, K., Tétreault,
K. & Ferrano, V. (2001): Bilingual signed and spoken language acquisition
from birth: implications for the mechanisms underlying early bilingual
language acquisition. Journal Child Language.