Meng
Shengde, un maestro retirado de 57 años de la ciudad china
de Xian, ha inventado un aparato con el cual las personas con problemas
auditivos pueden "oír" a través de sus
dientes, ya que la mandíbula transmite las vibraciones
del sonido a los nervios del oído.
El invento consiste en una especie de boquilla de cinco centímetros
que el paciente muerde con los dientes y conectada por cables, como
si fuera un auricular, a una televisión, una radio, un teléfono
móvil o cualquier otro aparato emisor de sonido.
Gracias a este aparato, que ha sido probado con éxito por un
centenar de personas con problemas de audición, los dientes captan
las vibraciones de esos aparatos y son capaces de oír, según
asegura el inventor.
Meng explica que la sordera es causada normalmente por el
deterioro de un órgano auditivo, el caracol, que es vital para
transmitir las vibraciones a los nervios del oído, y asegura
que la mandíbula puede sustituir a ese órgano gracias
a su aparato.
Es importante aclarar que las personas con problemas de audición
de origen no físico quedarían al margen de su uso.
Un pequeño ejemplo de como funciona el dispositivo consistente
en tomar una goma elástica, morderla con los dientes, estirarla
con una mano y, cuando esté bien tensa, tocarla con la otra mano,
como si fuera la cuerda de una guitarra.
Meng Shengde
El inventor, un fanático de la electrónica, dejó
su trabajo de profesor a mediados de los años ochenta para dedicarse
a su pasión en una tienda de reparación de aparatos eléctricos,
aunque también abandonó esa ocupación y se ha pasado
los últimos quince años dedicado exclusivamente a buscar
un remedio eficaz para la sordera.
Esta búsqueda no ha sido fácil, ya que durante este tiempo
Meng no ha tenido ningún ingreso y su mujer tuvo que emplear
parte de su modesto sueldo -menos de 50 dólares al mes- para
ayudarle en la financiación de las investigaciones.
La obsesión de Meng casi le costó un disgusto, ya que
su mujer estuvo a punto de abandonarle y la familia contrajo deudas
por valor de 50.000 dólares.
Por ello, el matrimonio espera que la comercialización del invento
acabe con sus problemas económicos, amén de que cambie
también las vidas de los más de 17 millones de chinos
con problemas de audición.