Con tan solo veinte años, Héctor Pérez Martínez,
ha diseñado un diccionario informático para traducir
palabras del español al lenguaje de señas para sordos. Una
herramienta ágil, eficaz, fácil de utilizar y, sobre
todo, rápida, que tiene además una aplicación
que permite hacer ejercicios prácticos para aprender este sistema
de señas recientemente reconocido oficialmente.
Esta aplicación informática resulta tan eficiente al
estudiante sin problemas auditivos para ejercitar las señas
que consiguen dar sonido al silencio, que la Universidad la empleará como
herramienta en sus cursos de lenguaje de signos.
Este trabajo es el proyecto de fin de carrera, con el que su autor
obtuvo el pasado miércoles un sobresaliente, que ha convertido
a Héctor Pérez en ingeniero técnico en Informática
de Sistemas.
Su creador eligió el título de "Diccionario Español-LSE"
para mantener el clásico guión ortográfico que
une en este tipo de obras dos idiomas, en este caso, el castellano
y la lengua de signos española, resumida en sus siglas.
El programa diseñado por este estudiante de Valladolid, aunque
nacido en Hospital de Órbigo (León), contempla dos partes,
una de búsqueda de palabras y, otra, para realizar ejercicios.
El problema para asimilar los signos que el profesor muestra en una
clase es que no se puede tomar apuntes, la asignatura es «muy
visual y esto dificulta el retener y el poder repasar en casa»,
explica Héctor Pérez. Aunque hay material para ejercitar
estas señas, sobre todo textos escritos, dibujos y también
algunos vídeos en Internet, el diccionario creado por este ingeniero
técnico permite de forma cómoda y rápida repasar
y practicar las expresiones de esta lengua.
Así, consta de un listado de palabras escritas en orden alfabético,
entre las que el usuario puede buscar la que precise traducir. También
tiene la opción de escribirla directamente. Entonces, un profesor
muestra en vídeo, en una ventana abierta en la pantalla del
ordenador, el signo y, en el caso de que el término tenga varias
expresiones simbólicas diferentes, puede accederse a todas.
Así, "naranja" tiene la misma simbología para la fruta
que para el color; pero "negro" en este lenguaje no hace referencia
a la raza y hay otra señal (moreno) con el que indicar dicha
característica étnica. Para realizar los vídeos,
este ingeniero ha contado con la colaboración de una profesora,
Setefilla Nieto, y un amigo, Carlos Vázquez.
Seis niveles
Dentro del Marco Europeo de Referencia para el Aprendizaje se contemplan
seis niveles de cursos de comunicación, los de intérprete
son diferentes. Este nuevo diccionario esta programado para el primer
nivel, pero técnicamente admite ampliaciones y el desarrollo
para cursos más altos o de especialización en temas jurídicos,
administrativos o de cualquier otro ámbito. «La herramienta
está creada, sólo se trataría de ampliar la base
de datos y los vídeos», explica.
El material actual contempla unos 250 signos en los vídeos que
corresponden a más palabras. En el lenguaje de signos, explica
su autor, apenas existen plurales ni conjugaciones o derivados -"taxi"
y "taxista" es lo mismo- y "septiembre" señala el mes y también
la uva.
La búsqueda de palabras puede realizarse también por
temas. Así, si un estudiante ha dado en clase los colores puede
acceder al listado de los mismos y a sus vídeos.
La ventaja de la imagen frente al dibujo es que perfecciona los matices,
en ocasiones una señal se diferencia de otra por leves cambios
en las manos.
El trabajo de Héctor no es el primero. En papel, hay diccionarios
pero su necesaria extensión los hace poco manejables y además
carecen de vídeos, hay proyecciones en Internet o el acceso
a noticias pero «la velocidad y la complejidad de los temas hacen
casi imposible que a un estudiante en iniciación le permita
seguir el ritmo y la comprensión», destaca el responsable
del proyecto.
Autoevaluación
Junto al diccionario, hay una parte de autoevaluación. El alumno
puede hacer ejercicios muy semejantes a los que recogen los cursos
grabados de idiomas más tradicionales como el alemán
o el inglés. A semejanza de los mismos, en el aprendizaje de
signos, el usuario puede ver un vídeo con un relato con signos
y, después, contesta a un test que pone a prueba sus conocimientos.
Héctor ha trabajado para la docencia de esta lengua como lo
hubiera hecho para crear un programa de francés. «Lo considero
un idioma y es mucho más complicado que deletrear las palabras
como cree mucha gente». El repaso de un término letra
a letra «sólo se emplea para los nombres propios de personas
o para indicar un nuevo signo recién creado pero ni siquiera
para hacer referencia a un país, una tienda o un restaurante»,
explica,
Lo curioso de este joven, que comienza ahora Ingeniería Superior,
es que no viene de un mundo de sordos, ni parientes ni amigos con hipoacusia,
solamente le atrajo apuntarse a los cursos del Centro Buendía,
aprendió lo básico, conectó con sus profesores,
que le han orientado en el diseño y necesidades del trabajo,
y decidió dedicar su proyecto a crear esta herramienta que ha
elaborado fundamentalmente en verano aunque desde el pasado febrero
trabaja en la idea. Ahora renuncia a venderla. aunque cuidará su
registro y su distribución. «Protegeré su autoría
pero no quiero vender».
Un campo de investigación que le apasiona y en el que no descarta
insistir cuando termine sus estudios. «Hay mucho por hacer, aunque
más complicado», como crear un diccionario a la inversa,
que traduzca imágenes de signos en palabras. Muy difícil
por el problema del orden alfabético, «es un trabajo más
lingüístico que informático y estaría dirigido
a personas sordas».