- Un 33% hasta desconoce la enfermedad
- Mucha información les llega distorsionada
- Casi no reciben datos directos de médicos
- En general, comprenden poco las campañas de prevención
La
falta de información sobre HIV-sida o la distorsión con la que la reciben
por canales no especializados ponen en riesgo a la comunidad sorda en
nuestro país. Así lo demuestra un estudio de la organización no gubernamental
Riesgo Cero presentado ayer en el Foro de Prevención
de las Adicciones y HIV-sida 2004. Coordinado por la psicóloga social
Luisa Baum, incluyó a 228 personas sordas y oyentes, de 15
a 55 años y de ambos sexos.
Un 77% de los no oyentes afirmó que necesita información sobre el virus,
su transmisión y los métodos de prevención, diagnóstico y tratamientos
disponibles. El obstáculo, claro, es el lenguaje para divulgarla. "El
problema es cómo las personas sordas acceden a la información sobre
sida y el cuidado de su salud sexual", plantea el licenciado Severo
López, director de Riesgo Cero ((011) 4964-5895) y miembro de la
Sociedad Argentina de Sida.
Entre las personas sordas consultadas, el 33% -la mayoría entre 15 y
22 años- dijo desconocer qué es el HIV-sida, comparado con el 3% del
otro grupo. Entre el 63% de los no oyentes que dijeron tener actividad
sexual, seis de cada diez usan preservativos. En cambio, nueve de cada
diez oyentes afirmaron usarlos entre los oyentes sexualmente activos
(83%).
"Unos están en la edad moderna de la información, y otros, en la prehistoria",
define López. Para él, las personas sordas están como los oyentes hace
20 años, cuando se conoció la existencia de la enfermedad. Para el 70%
de los sordos que dijeron haber recibido información -aunque incompleta-,
los canales habituales son la escuela (59%), los amigos y las familias.
La publicidad, pilar de las campañas de prevención, sólo alcanzó al
26% de los no oyentes, comparado con el 68% del otro grupo. El diario,
en tanto, sólo llegó al 17% de las personas sin audición.
Pero, sin duda, la transmisión del virus es el punto que expone la distorsión
con la que se informa esta población vulnerable: a la sangre, el semen,
el flujo vaginal y el contagio madre-hijo, mencionados por ambos grupos,
los no oyentes sumaron los estornudos, los besos, la saliva, las lágrimas
y el contacto de piel.
La atención de la población sorda está condicionada por la falta de
intérpretes de lengua de señas argentina (LSA) en los servicios de salud
públicos y privados, y de médicos que la hablen . Pero, ¿cómo compensan
ellos esta deficiencia del sistema de salud?
"Con lo que recibo en la escuela -responde Karina Gallo, de 20 años,
que quiere ser contadora-. En general, pregunto, pero necesito un intérprete."
Con los segundos que necesita la psicóloga Andrea Albor, intérprete
de LSA, para mediar en la entrevista, Karina explica que cuando va al
médico un "mediador" participa de la consulta. Por ahora, es su mamá.
De la charla con amigos de quinto año de la Escuela Comercial Gabriela
Mistral, Karina concluye que sobre salud "todos saben poco"; desearían
conocer más, pero les es difícil lograrlo. Ella supo "muy poquito" de
la existencia del HIV-sida por folletos y un libro, pero lo ideal, afirma,
sería poder recibir la información del médico.
"Vos podés agarrar un remedio y leer el prospecto sin problema -dice
Karina-. Yo no puedo. Sé que existen el preservativo y las pastillas;
si quisiera saber más, le preguntaría al ginecólogo, pero necesito que
alguien me interprete esa información."
Fabiola Czubaj