La Nación,
lunes 26 de Mayo de 2003
Esperan
ansiosos a que llegue el jueves. Es su espacio, su momento de aprender,
de relacionarse, de integrarse a la comunidad. Para los sordos y los
oyentes que asisten al Taller para la integración, de la Comunidad
Bet-El, el jueves es un día muy especial.
Con la idea de integrar a la comunidad a las personas sordas por medio
de la religión, la historia o la cultura, nació hace cinco
años el Taller para la integración.
En un principio, el espacio fue creado para recibir a un grupo de alrededor
de 30 adultos que formaban parte de Círculo Argentino Israelita
de Sordos (CAIS), que carecían de los recursos para continuar
con sus actividades. Pero fue creciendo.
"Los discapacitados han sido sistemáticamente discriminados
en las actividades sociales y comunitarias por el doble efecto que provoca
la ignorancia acerca de su potencial personal y por las carencias en
la calidad de su educación -explicó Isabel Bacher, coordinadora
del taller-. Nuestro objetivo inicial fue ayudar a estas personas a
encontrar un espacio que pudieran identificar como propio, y comenzamos
con los rudimentos básicos de la religión judía:
el ciclo de vida, las festividades, el shabat. Con el tiempo, el objetivo
se fue ampliando: a pedido de los alumnos, comenzamos a estudiar el
idioma hebreo, el alfabeto, las frases."
Isabel es contadora pública, pero hace esta tarea con una satisfacción
evidente. "Esto te agranda el alma", dice emocionada. Y, enseguida,
agradece al rabino Daniel Goldman el apoyo que dio a la iniciativa.
Una traductora al lenguaje de señas y una maestra de judaísmo
conforman el plantel profesional que los acompaña constantemente.
"Armamos juntos el programa de estudio, tratando de seguir sus
intereses por los diversos temas -contó Yael Kraselnik, la maestra
de hebreo-. Cuando eran chicos esto fue una materia pendiente, por eso
es muy gratificante que se interesen tanto", opinó.
"Conocí el mundo de los sordos cuando lo conocí a
él -dijo Carolina, acariciando la mano de Gabriel, su marido-.
Pero quería poder comunicarme con sus amigos", dijo. Natalia
estudia Trabajo Social y encontró en el taller una herramienta
de comunicación, al igual que Leandro, otro de los integrantes.
Un paso importante fue poner en marcha un microemprendimiento: rellenan
cartuchos para impresoras. "Queremos llevar el curso a los colegios.
Cualquiera que quiera recibir el taller básico de lengua de señas
puede llamarnos al 4554-3203", invitó Isabel. "Nuestra
idea es siempre trabajar con lo posible, no desde las limitaciones,
sino desde lo que podemos aprender", se despidió Isabel.
Cynthia Palacios, La Nación