De las preguntas relacionadas con la capacidad auditiva de los encuestados se extrajeron interesantes respuestas muy a tener en cuenta. A la cuestión relativa al seguimiento normal de una conversación a varias bandas, el 11% reconocía tener dificultades para entenderla sin problemas. Si nos centramos en los grupos de edad, obtenemos que el 2% de los jóvenes entre 16 y 24 años no podía seguirla con normalidad, igual que le sucedía al 30% de los mayores de 75 años. Ni unos ni otros eran conscientes de la trascendencia de su problema puesto que percibían su discapacidad auditiva a niveles de gravedad muy inferiores a los que realmente padecían, según se pudo deducir de los exámenes clínicos pertinentes.
Otro de los datos más reveladores de este análisis estadístico es que los problemas auditivos parecen afectar más a los grupos de personas trabajadoras, desempleadas y discapacitadas; de entre estos, el más afectado ha resultado ser el primero: un 10% de trabajadores de entre 35 y 44 años presentaba la misma pérdida de audición detectada en el 10% de personas desempleadas con edades comprendidas entre los 45 y los 54 años, esto es con una media de diez años más a sus espaldas que sus homónimos en activo. Aunque en el estudio no se especifiquen los motivos, es más que probable que estas diferencias tengan mucho que ver con los elevados niveles de ruido tan constantes y comunes en los lugares de trabajo. Además, los hombres parecen sufrir con más facilidad las pérdidas de oído que las mujeres.
El presente estudio viene a corroborar los datos obtenidos en otros similares, y en los que las deficiencias en la capacidad auditiva muestran grandes diferencias entre unos grupos socioeconómicos de población y otros.